Los límites entre lo cotidiano y lo profesional del acto de diseñar
- Fanzine Ubicuo
- 30 jul 2020
- 4 Min. de lectura
Claudio Zaldivar
Contacto: @claudiozaldivar
Arquitecto
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Reflexiones sobre los límites entre lo cotidiano y lo profesional del acto de diseñar es el tema de este tercer número, este eje nos propone modos de pensar sobre sí el diseño se “limita” a la actividad de un profesionista o no. Sí como apunta uno de nuestros colaboradores en el título de su ilustración: “anyone can design”; nos preguntamos, ¿cualquiera puede diseñar? ¿qué es eso que llamamos diseñar? ¿qué hacemos cuando decimos que diseñamos? ¿por qué sería una actividad profesional?
Partamos, entonces, de qué es lo que entendemos por diseñar, desde una breve revisión de la etimología del término, habrá que referirnos al verbo italiano disegnare, el cual, a lo largo del tiempo se especializó en la idea de dibujar, de este préstamo del italiano, surge la idea de que el diseño es un dibujo; aquí no se nos dice nada sobre quien puede o no puede diseñar, pero lo que si reconocemos es que el dibujo tiene un papel fundamental del acto diseño, para ello, basta leer Papel, el tacto ausente.
Coloquialmente, en el campo profesional y académico, al hablar de diseño, se hace alusión a los objetos, pero no a todos ellos, sino, solo a aquellos que responden a ciertas estéticas, llamados “objetos de diseño”. Sí partimos de aquí, no todo lo diseñado es diseño, no todos los objetos son objetos de diseño, los tradicionales o artesanales no serían productos de un diseñador profesionista, de una actividad profesional.
Todavía no hemos descrito a qué nos referimos por diseño y diseñar, para ello, habrá que alejarnos de los dichos coloquiales, y reflexionar sobre esto. El diseño no es un adjetivo, habremos de entenderlo, más bien, como una actividad, un acto, el acto de diseñar. El diseñar tiene que ver con una práctica que se aplica y que pertenece a los procesos de producción, específicamente a los procesos de producción material, actúa sobre los campos culturales -la arquitectura, el arte, las ciencias, la literatura, etc.- que tienen sus propias reglas y procesos, y el diseño se somete a ellas, no es independiente. Sería, de este modo, la lógica de los procesos de prefiguración de un producto, es donde se “definen” todas las características del producto, su forma de producción, distribución y consumo.
Dentro de todo proceso se obtiene un producto, y en el caso de los diseños, es el proyecto, hacemos una distinción de los diseños, porque reconocemos que existen diversos modos, los cuales comparten la anticipación de las características de aquello que se va a producir, pero que la especificidad del producto, su modo de producción y consumo es lo que los adjetiva, ya sea en diseño arquitectónico, diseño industrial, diseño editorial, diseño textil, y un gran etc.
El arquitecto argentino Pablo Sztulwark nos dice que “proyectar es un acto natural de lo humano. Todo el tiempo proyectamos algo, constantemente predecimos algo, predefinimos algo”,1 es decir, en todo momento proponemos un plan y los medios para producir algo, en ese sentido, todos proyectamos todo el tiempo, cualquier persona proyecta su vida, un viaje, su día a día, mi hermana proyecta la crianza de su hija, yo mismo proyecto el plan de este texto, hay que planear, proyectar, para hacer cualquier cosa. Un arquitecto proyecta, un diseñador gráfico proyecta, un diseñador textil proyecta, sí; pero también lo hacen un ceramista, un zapatero, un cerrajero, y un panadero (para tener en cuenta el texto de otro colaborador sobre lo cotidiano del pan y el diseño).
¿Existen límites entre lo cotidiano y lo profesional? No podemos definirlo, es difuso, tal vez, más que límites, existen especificidades, la especificidad del proyectar en las prácticas proyectuales -arquitectura y los diseños-, reside en el proceso en el cual se propone la construcción del mundo material, el mundo físico. El proyectar, en estas prácticas, tiene que ver con la construcción de un mundo de sentido, con todos aquellos objetos proyectados o susceptibles a la proyectación, que componen la materialidad del mundo habitable donde se despliega la vida humana: edificios, objetos, gastronomía, imágenes, indumentaria o paisajes. Nos dice el teórico Norberto Chaves:
“Saber diseñar” no significa, por lo tanto, demasiado.
Pues “dentro” del diseño no hay nada. Saber diseñar
no es más que saber seleccionar y combinar los
principios funcionales, simbólicos, estéticos,
tecnológicos, económicos provenientes del contexto
social a fin de obtener un producto que cumpla
perfectamente con el propósito fijado por su programa…2
Es decir, no podemos considerar que los productos de la arquitectura y los diseños son resultado del acto de diseñar porque sean realizados por profesionistas instruidos en el “diseño”, cualquiera puede diseñar, en el sentido que cualquiera puede planear la producción de algo, no habría límites pero si especificidades, por ello, no podemos decir que si un arquitecto es aficionado a la panadería, sus panes sean arquitecturas comestibles, como tampoco podemos decir que sí un panadero proyecta una casa, sea un pan habitable a gran escala; ya que la panadería y la arquitectura tienen sus propias reglas de juego.
Otro cantar es la valoración de los productos del diseño, sea esta una actividad “profesional” o no, ¿son los diseños buenos o malos? habrá que leer el texto Necesitamos diseños chilos (chingones), no diseños estúpidos(de la chingada) para tomar una postura, eso hicimos desde esta editorial.
REFERENCIAS:
(1) Sztulwark, Componerse con el mundo. Modos del pensamiento proyectual, p. 39.
(2) Norberto Chaves, “Arquitectura y diseño: fronteras y solapamientos”,2011 <https://norbertochaves.com/articulos/texto/arquitectura_y_diseno_fronteras_y_solapamientos>.

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