Lo cotidiano del pan y el diseño
- Fanzine Ubicuo
- 17 ago 2020
- 4 Min. de lectura
Luis Armando Camacho
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Arquitecto
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“Lo que ocurre con nuestra cotidianidad es que precisamente por estar muy presente y ser muy evidente se nos vuelve también imperceptible e ininteligible. Lo cotidiano implica a menudo que los árboles no nos dejan ver el bosque”.1
José Santos Herceg citando a Cristina Albizu.

Fotografía por Yvette Marquez. Obtenido en: https://muybuenocookbook.com/mexican-sweet-breads-pan-dulce/
Cuando leí sobre el acto de diseñar en lo cotidiano, me hizo pensar en lo estético de la cotidianidad, que podría observarse en una panadería. Concebir las ciudades que se desenvuelven alrededor del país sin sus clásicas panaderías resulta casi imposible. Y es que cada colonia que constituye a una zona citadina cuenta con su rica panadería, que invita a cualquier transeúnte a pasar con el solo aroma que emana de sus hornos.
No quiero hablar sobre la historia del pan, o su tékne, de cómo es uno de los alimentos procesados por el ser humano que se han mantenido por milenios. Solamente reflexionar sobre el pan dulce que compramos para el desayuno, con un cafecito o choco-milk. Hay varios tipos de pan dulce mexicano, como las conchas, besos, orejas, garibaldis, gorditas de nata, birotes, mantecadas, entre muchas otras. Que nos dan una variedad muy rica (casi mortal) de panes, una diversidad de texturas, colores, formas, y, sobre todo, sabores. Y que, de alguna manera, componen la estética de cada uno de los panes, para que los podamos comer con los ojos.
Es así, que la producción o el horneado del pan, hay una preocupación o consideración por lo estético. En la oreja, una cinta rítmica que se deja influenciar por las fuerzas de emplazamiento que la rodean, las cuales al encontrarse estas, modifican la rigidez de la línea y tiene como resultado un elemento lineal que fluye por esta distorsión que hace forma de una oreja. El ornamento de la concha, en la que su forma no basta para hacer la alusión de una concha, sino también capas de azúcar a modo de olas para hacer una máscara, una nostalgia a la concha. El beso, realizado con dos copetes de mantecadas, al untarle mermelada y juntar las piezas hace la forma de un beso, donde el rojo hace una alusión al color de los labios.
En la estética sobre los diferentes panes mexicanos ¿no creen que hubo diseño en la imagen del pan? El panadero, diseñador de panes en algún momento. El panadero que habrá aprendido de otro panadero, para aprender la técnica de cada uno de los panes, el calor, los instrumentos, y los ingredientes que requiere. Nos encontramos con un límite, porque, si se pensó en la imagen que tendría aquel pan, y se está repitiendo ¿Cuándo termino el acto de diseñar del panadero? ¿Cuándo ya aprendió como hacer el pan? ¿El arquitecto ya no diseña cuando hizo su primera casa? Tal vez depende de la intencionalidad, y la demanda, el interés de transformar tantas veces la idea de una casa, como la idea de un beso.
El panadero, en su cotidianidad, solo ocupa recrear ese beso, que aprendió posiblemente de otro panadero, y como buen mexicano, sabemos que no todos los besos son iguales en la panadería. Pero, al diseñador se le demanda por diferentes clientes, expresar de varios modos la idea de una casa, aunque probablemente no se parezca en nada a la primera casa que diseño en la universidad. Es así, que nos enfrentamos el problema sobre la diferencia del artesano y el diseñador, los limites en cada uno (si es qué existen). Tal vez deberíamos volver a las ideas de la antigüedad de Grecia y Roma, donde el arte y la técnica eran casi sinónimos, y la arquitectura se consideraba como un arte vulgar,2 es decir, el arte del arquitecto constructor era el mismo que el arte del panadero.
No quiero decir que el Coliseo solo fue una dona a gran escala. Pero reflexionar sobre las diferentes expresiones y modos de diseñar, que algunos lo hacen profesionalmente, otros no, la cotidianidad para algunos es la consistencia, otros la diversidad de lo que se puede producir de una idea, es su pan de cada día. Porque, sin pan dulce no habría hora del café, pero, sin un comedor ¿dónde tomaríamos el café?

Ilustración: La dona ornamentada.
Elaborado por Luis Armando Camacho. Julio 2020
REFERENCIAS:
(1) Santos Herceg, José. Cotidianidad. Trazos para una conceptualización filosófica. Alpha: Revista de artes, letras y filosofía, Universidad de Los Lagos, Osorno, 2014
(2) Las artes vulgares se les conocía a las producidas mediante procedimientos manuales, como la arquitectura, la pintura, la escultura; las artes liberales eran producto del pensamiento, como la retórica, la geometría o la música.
- Gaitán Herrera, Maria Elena. Tesis de licenciatura: Algunas consideraciones sobre el Léxico del pan dulce en la Ciudad de México. Estado de México, 1993
- Tatarkiewicz, Wladislaw. Historia de seis ideas: Arte, belleza, forma, creatividad, experiencia estética. Madrid, 2001
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